El país debe contar con una adecuada gestión pública que revierta sus
frutos en todos los ciudadanos. Así por el contrario, una mala gestión lo que
logra es que el costo lo paguen todos los ciudadanos, como pagarían igualmente
la inacción o la gestión exigua.
La gestión pública es una prioridad para el
desarrollo de un país, es poco lo que se puede hacer si el Estado no funciona
bien y pocas veces una sociedad puede avanzar de manera significativa en
materia de desarrollo sin un Estado sólido, eficaz y comprometido con los
resultados de la gestión.
Es por eso trascendental que el
Estado funcione bien y que rinda frutos el gasto o inversión públicos, siendo
para ello fundamental una gestión pública acorde con los resultados que espera
la ciudadanía. Por ejemplo, cuando se
nombran personas en el Poder Ejecutivo que no tienen ninguna experiencia y
desconocen el manejo de la administración pública, la maraña jurídica y los
diversos matices que caracterizan nuestra realidad, el costo es muy alto para
toda la sociedad.
La mayoría de las veces, los procesos de
reorganización institucional, sobre todo cuando existen cambios de poder
político, terminan por el cambio de nombres en la estructura, más poco o nada
de resultado en lo fundamentalmente importante, cuál es la gestión de la
institución?.
Se hace necesario, revertir esta
tendencia y la única forma es con excelencia en el servicio y la creación de
valor en la gestión. Estos, son los caminos revalidar la legitimidad de la
Administración Pública y lograr articular una gestión inteligente, entendida
como la eficacia en los procesos para lograr eficiencia en la gestión.
Con ello, se requiere un cambio
sustantivo del esquema de gestión pública por resultados y de un proceso de
rendición de cuentas, mismo que se vuelve esencial para garantizar los
incentivos de la gestión pública y del
sistema de asignación de recursos.
Julio Rojas
DIPUTADO
DIPUTADO